Esta sección se adentra en las dos culturas que definieron los cimientos de toda la tradición arquitectónica occidental. Se analizará la búsqueda griega de la perfección formal a través de la razón y la proporción, y la capacidad romana para la innovación técnica, la conquista del espacio interior y la organización a escala imperial.

2.1. Culturas Prehelénicas: El Origen del Mundo Egeo

Antes del florecimiento de la Grecia clásica, las civilizaciones del mar Egeo sentaron las bases de futuras tradiciones arquitectónicas.

• Civilización Minoica (Creta, c. 2600-1100 a.C.): Centrada en la isla de Creta, esta cultura desarrolló una arquitectura palaciega única. Los palacios, como el de Cnosos, no eran fortalezas, sino complejos abiertos y de estructura laberíntica organizados en torno a un gran patio central. La ausencia de murallas defensivas sugiere un dominio del mar (talasocracia) que les proporcionaba seguridad. Un elemento distintivo es la columna minoica, caracterizada por un fuste liso que se ensancha hacia arriba (troncocónico invertido) y un capitel bulboso, a menudo pintada de colores vivos.   

• Civilización Micénica (Grecia continental, c. 1600-1200 a.C.): A diferencia de los minoicos, los micénicos eran una cultura guerrera. Sus centros de poder, como Micenas y Tirinto, eran ciudadelas fuertemente fortificadas con murallas ciclópeas, construidas con enormes bloques de piedra sin argamasa. La entrada a Micenas, la Puerta de los Leones, es el primer ejemplo de relieve monumental en Europa. El núcleo del palacio micénico era el Mégaron, una sala rectangular con un hogar central rodeado de cuatro columnas, que se considera el antecedente directo del templo griego. En la arquitectura funeraria destacan las tumbas monumentales tipo tholos, cámaras circulares cubiertas por una falsa cúpula, como el impresionante Tesoro de Atreo.