Perfilado de sección

  • 2.- El ferrocarril como motor de desarrollo del balneario.

    Sin dudas que la llegada del ferrocarril de trocha angosta a Constitución, marcó todo un hito y trajo profundos cambios en la vida de la ciudad.
    La construcción de la vía desde Talca se inició a mediados del año 1889, cuando el país era gobernado por José Manuel Balmaceda.

    La construcción de la vía Talca a Constitución fue entregada a la firma inglesa “North and South American Construction Company”, que también se hizo cargo del tendido de rieles en varios otros ramales y la continuación de la vía central longitudinal desde Valdivia a Osorno. Esta firma, que tenía ciertos antecedentes de irresponsabilidad previos, no cumplió ninguno de sus compromisos, lo que obligó al gobierno a hacerse cargo directo de la ejecución de las obras a partir del 31 de mayo de 1890.

    A pesar de estos inconvenientes y la guerra civil de aquellos años (1890-1891) los trabajos del ferrocarril continuaron y fue así como en agosto de 1892 se inauguró el servicio de trenes entre Talca y Curtiduría en tramo de 33 kilómetros y con la construcción de las estaciones de Colín, Rauquén, Corinto, El Morro y Curtiduría.

    Hasta Curtiduría la instalación de la vía fue relativamente fácil; salvo la construcción del puente sobre el río Claro, el tendido de rieles no encontró mayores obstáculos en los planos terrenos del valle central, pero la continuación de la vía desde El Morro hacia la costa, siguiendo el curso del río Maule, con sus innumerables recodos y abriéndose paso entre aquél y la montaña, presentó cada vez mayores dificultades, hecho que junto a problemas de orden económico, hicieron más lentas las faenas al punto que debieron transcurrir 5 meses para avanzar hasta la siguiente estación denominada San Antonio, ubicada a 47 kilómetros de Talca, que más tarde se denominaría Tanhuao y hoy Tocones.

    Más de un año debió transcurrir para que en Diciembre de 1894 el tren llegara a Pichamán, lo que demuestra lo difícil de las obras, ya que el tramo San Antonio-Pichamán tiene sólo 7 kilómetros. Ese mismo año los trabajos se paralizaron y los trenes continuaron llegando sólo a la estación antes mencionada hasta mediados de 1896.

    Luego de superados los obstáculos naturales y construyendo diversas estaciones en el trayecto, el tren arriba a la orilla norte del río Maule frente a Constitución (zona denominada Banco de Arena) en enero de 1902, justo al iniciarse la temporada veraniega; para llegar a la ciudad los pasajeros tenían que cruzar el río en botes o lanchas hacia la ribera sur, donde abordaban otro convoy, o bien continuar río abajo en pequeños vapores para desembarcar en el muelle fiscal de Constitución.

    Desde esa época hasta 1915 que es la fecha en que se inaugura el llamado puente Banco de Arena, según los planos de Eifell, esta zona del río Maule adquiere gran vida comercial donde se instalan bodegas y se construye un puerto de embarque para carga y pasajeros llegados por el tren desde Talca.

    Con las dificultades cada vez mayores que presentaba la barra del Maule para la entrada o salida de naves, el tráfico marítimo fue disminuyendo ostensiblemente en Constitución, que ya era “puerto menor” desde el año 1883 como se señaló anteriormente. En 1908 y dado que el embaucamiento de la desembocadura del Maule hizo cada vez más peligrosa la entrada y salida de las embarcaciones, la Pacific Steam Navegation Company y la Compañía Sudamericana de Vapores suspendieron su servicio a Constitución, cerrándose con ello la etapa de puerto de la ciudad y dando paso a la etapa de desarrollo turístico como balneario.

    Si bien es cierto el balneario era ya reconocido desde mucho tiempo antes, se había desarrollado poco debido a que era opacado por la actividad naviera, portuaria y de construcción de embarcaciones que durante mucho años fue motor de desarrollo de la ciudad.

    Al declinar la actividad naviera comienza a tomar importancia el entorno natural de la ciudad, hecho que produjo que cada verano el ferrocarril llegara cargado de visitantes, muchos de los cuales se avecindaron en esta zona y comenzaron a desarrollar la incipiente industria turística.

    En los primeros años del balneario, cuando aún el ferrocarril no cruzaba el Maule, uno de los más famosos hoteles era el “Internacional”, que poseía su propia lancha a vapor para transportar a sus pasajeros desde Banco de Arena (estación Terminal del ferrocarril por esos años).

    Muchos otros hoteles se crearon para recibir el flujo de visitantes provenientes de Talca, Santiago y otras ciudades que hicieron de Constitución uno de los balnearios más refinados del país, siendo lugar de visita de Presidentes, Ministros de Estado, Parlamentarios, etc; algunos de esos hoteles fueron el “Gran Hotel de la Playa”, el “Hotel Negri” y el “Gran Hotel”. Por esos días el mar llegaba hasta la avenida principal de la playa, que hoy es una explanada producto del embancamiento de la desembocadura, en donde fue construida años más tarde la empresa de Celulosa de Constitución; por allí corría el tren que dejaba a los visitantes en lo que hoy se conoce como “Primera Playa”.

    El censo de 1907 arrojó una cantidad de 8.873 habitantes para la ciudad, quienes se dedicaron casi en exclusiva a vivir del turismo, instalando residencias y locales para satisfacer el gran número de visitantes.

    En los comienzos del siglo los veraneantes contaban ya con un servicio de locomoción en la ciudad llamado “carros de sangre” , que consistía en carruajes tirados por fuerza animal, los que hacían el recorrido desde la estación de ferrocarriles hasta la playa.

    Los paseos y baños en la playa eran particularmente singulares, ya que las familias llegaban en carretas totalmente cerradas y techadas hasta la arena misma, vestidos elegantemente de acuerdo a la moda de la época.

    El balneario da vida nuevamente a la ciudad, nacen nuevos locales, entre ellos el afamado “Casino de la Playa”, cuya atracción principal no consistía en ser un local de juegos, sino en ofrecer “baños calientes de mar”; destaca también el muelle fiscal como un lugar de paseo en donde se podía acceder a embarcaciones pequeñas que hicieran el recorrido por el río Maule, actividad que se mantiene hasta el día de hoy, pero que ya no entrega los beneficios económicos de antaño.

    Otro elemento interesante de la época es el auge en las construcciones, que se ve expresado en los llamados “castillos” en donde residían las familias que venían de distintas partes de Chile durante los veranos, y que consistían en edificaciones al estilo europeo de gran belleza arquitectónica y que hasta hace pocos años aún podían encontrarse casi abandonadas o muchas de ellas definitivamente destruidas por el “progreso” de la ciudad, que implicó una transformación radical de la trama urbana y arquitectónica de la ciudad y que prácticamente acabó con el balneario y con esta forma de desarrollo de la mano del turismo.

    El balneario tiene su auge hasta los años ’30 y luego poco a poco pierde prestancia y vigencia, al nacer en la zona central cercana a Santiago otros centros con mayores atractivos y facilidad de acceso. De esta manera decae otra actividad que dio vida y movimiento a la ciudad.