3.- La actividad forestal como nueva forma de desarrollo de la ciudad.
La actividad forestal tiene antecedentes bastante atrás en el tiempo, pero solamente encuentra su desarrollo muy entrada la segunda mitad del siglo XX, fecha en que comienza la plantación de especies forestales exógenas con el fin de la obtención de Celulosa.
En el año 1915 se empieza a hablar en el país de las ventajas y condiciones inmejorables de Chile para las plantaciones de pino. Rápidamente las colinas circundantes a la ciudad empiezan a cubrirse de estas especies, merced a las primeras plantaciones de habitantes de la ciudad.
Durante el gobierno de Jorge Alessandri se plantea por primera vez la idea de aprovechar estos recursos para producir celulosa, con la instalación de una planta en la zona. El 18 de julio de 1065 se efectúa un histórico cabildo abierto en la ciudad, en el cual se acuerda solicitar al gobierno la instalación de una planta de Celulosa en Constitución, un muelle pesquero y la pavimentación de la ruta a San Javier .
En el año 1969 se inician las obras bajo la presidencia de Eduardo Frei y culminan el año 1976, siendo inaugurado bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet.
En esos años se construye también el puerto de Maguillines, que fue utilizado principalmente como zona de descarga de embarcaciones menores dedicadas a la pesca artesanal, que es actualmente la segunda actividad que dinamiza económicamente a la ciudad, después de la forestal.
El año 1968 se inició la pavimentación de la ruta a San Javier, la que se inauguró en el año 1975, marcando con ello la apertura definitiva de la ciudad al resto del país y el ocaso del transporte ferroviario que ha venido en decadencia como muchos otros “ramales” en el país, siendo el tren que va desde Talca a Constitución el último en su especie y que ha sido motivo de varios esfuerzos ciudadanos tendientes a defenderlo como patrimonio histórico y cultural, además del servicio social que presta a los habitantes de las distintas estaciones que no tienen otra forma de transportarse entre estas dos ciudades.
Durante los años 80 el gran potencial forestal crece y se consolida, nuevas empresas y numerosos aserraderos se dedican a la elaboración y comercialización de la madera y celulosa, lo que repercute en un cierto “progreso” económico y que lleva aparejado un “desarrollo” de la ciudad, pero asumiendo grandes costos para actividades tradicionales como la pesca y el turismo, que son opacadas por la presencia de la planta al centro de la ciudad y al lado del mar.
Actualmente la empresa forestal CELCO constituye el motor de desarrollo económico de la ciudad, lo cual ha tenido un gran impacto en el desarrollo turístico de la ciudad, por cuanto los residuos de la actividad industrial se vierten directamente al mar en lo que antiguamente era la desembocadura del río Maule (o barra), generando olores pestilentes que en varias ocasiones se extienden por toda la ciudad, situación que se hace más insostenible durante los veranos en donde Constitución era reconocido por sus malos olores, espantando al visitante y sepultando una actividad que por muchos años le dio renombre a la ciudad y generó todo un proceso de desarrollo.
Desde este mismo punto de vista, no se avizoran nuevas dinámicas de desarrollo para la ciudad, por cuanto es la actividad forestal la que absorbe todo el movimiento económico, generando actividades paralelas como el transporte terrestre (camiones) y servicios asociados a la actividad, como reparación de instrumentos e incluso confección de piezas de reemplazo para el trabajo en los bosques, además de la conversión de los suelos, en términos de que la mayoría de los terrenos circundantes a la ciudad se han transformado para el aprovechamiento forestal, erradicando las especies nativas y reemplazándolas por especies foráneas como el pino insigne y radiata, lo que con el paso del tiempo pasa a ser propiedad de la empresa puesto que el pequeño propietario no tiene más opción que vender sus tierras frente a la imposibilidad y poca rentabilidad de explotarlas para plantaciones tradicionales.
Esto sumado al hecho de que la población valora positivamente la instalación de la empresa en términos de absorción de mano de obra que ha quedado cesante luego del cese de otras actividades (como la pesca, por ejemplo) hacen pensar que la explotación forestal, aún asumiendo la gran cantidad de costos medioambientales, se mantendrá por unos buenos años más, sin tener mayor oposición por parte de la ciudadanía ni de las autoridades locales.